El proceso comienza con la cosecha, guiada por la sabiduría de generaciones y una inspección minuciosa de cada planta de agave. La selección, basada en las características del suelo, asegura que solo las mejores piñas sean elegidas, recolectadas en la temporada óptima para lograr el mejor sabor.
 Cada planta es tratada con cuidado mediante un corte tradicional a mano, honrando métodos ancestrales transmitidos de generación en generación.

Después de la cosecha, las piñas se tuestan lentamente en hornos de tierra tradicionales, usando un equilibrio preciso de leña de encino y pino. Cubiertas con tierra y fibras naturales, se cocinan suavemente durante varios días, permitiendo que los azúcares naturales del agave se caramelicen sin que el humo domine el sabor. Esta técnica ancestral le da a Dady’O su carácter sutil y refinado, con un perfil menos ahumado que honra la tradición, manteniendo un sabor limpio, suave y accesible.

Una vez cocido, el agave se ablanda y se tritura con una tahona tradicional: una enorme rueda de piedra que gira lentamente sobre las piñas. Este método delicado y deliberado extrae cada gota del jugo y la pulpa del agave sin agresividad ni calor excesivo. El resultado es una base con cuerpo, que conserva la dulzura natural de la planta y prepara el camino para un mezcal suave y bien equilibrado, sin necesidad de atajos.

En tinas de madera al aire libre, la levadura silvestre se fusiona con el agave en un proceso de fermentación lento y vivo. Revuelto a mano y guiado por el instinto de nuestro Maestro Mezcalero, cada lote se integra con los elementos, creando capas de sabor moldeadas por el aire natural, la flora ambiental y el agua pura y rica en nutrientes. Es una fermentación que se siente viva, porque lo es.

Una vez completada la fermentación, el líquido se destila dos veces en alambiques de cobre, bajo la atenta mirada de nuestro Maestro Mezcalero. Este proceso lento y manual refina el sabor sin borrar la esencia del agave. Cada lote se prueba y ajusta con precisión, dando como resultado un mezcal limpio, excepcionalmente suave y fiel a sus raíces artesanales, con el equilibrio justo entre tierra, cítricos y un humo sutil.